No sé cuando dejaré de a ver a Rusia así, es una pena, pero la incomprensión para este pueblo de ajedrez, vodka, coros, ballet, escritores, músicos, campesinos y estepa, se está agrandando cada día que pasa. Sé que los gobernantes no son el pueblo, pero están allí porque los han dejado, por miedo, por ignorancia, por lo que sea, pero la realidad es que se están haciendo insufribles. Ya no me gustan sus coros de cosacos, ya no miro sus partidas de ajedrez, el ballet de Bolshoi me da igual y ya ni siquiera escucho a Feodor Chaliapin. Se me pasará, pero me va a costar. Mientras escribo, siguen cayendo sus bombas en un país libre que intentan destruir antes de ocuparlo.