Ayer, paseando, pasé por mi antigua casa, la que teníamos al llegar a Barcelona y vivimos años de muchos recuerdos. La llegada de mis abuelos para vivir con nosotros, la muerte en casa de mi querida abuela, los juegos en el jardín, mis tardes escondido en la copa de un árbol, las carreras de cochecitos las tardes de verano… Ahora la casa ha perdido la personalidad que tenía para convertirse en una aséptica clínica. El tiempo pasa y van quedando recuerdos.